Luce tus cicatrices…

Por más que quisiéramos ocultarlas, siempre llevamos cicatrices en el alma que no se borran y cada vez que las tocamos nos hace retorcer en el recuerdo del dolor, no hemos aprendido a superar el miedo y el dolor que causo esas cicatrices y nos da vergüenza mostrarlas, nos da vergüenza decir que hemos sufrido, que confiamos y nos fallaron, que lo entregamos todo y se burlaron de nosotros. Luce tus cicatrices con orgullo, ellas son el resultado de las pruebas que la vida nos ha puesto y que con sacrificio pero con fuerza hemos superado, Una cicatriz significa un dolor que ya sano, una lección aprendida, es el tatuaje de un triunfo que veíamos inalcanzable, es lo que te hace más fuertes cada día, pero no podemos permitir que esas cicatrices nos conviertan en prisioneros del dolor y  la tristeza, en rehenes del miedo y dejar que embarguen nuestra vida, Entregarnos en cuerpo y alma es arriesgarnos a veces a ganar y a veces a perder pero a pesar del dolor que las heridas puedan producirnos al quedar abiertas, nos recuerdan que el amor existe  y alimentan la esperanza, que algún día se llene el vacío que dejan en el corazón.

Hay que tener claro que las cicatrices no se borran y que los recuerdos son el instrumento que nuestra mente utiliza para dejarlas tatuadas en lo más profundo de nuestra alma y ya que no desaparecen lo mejor que podemos hacer es aprender a superarlas y vivir con ellas, tomarlas como signo de fortaleza, de lucha constante para superarnos a nosotros mismos y de enseñanza para no cometer los mismos errores y no permitir que se vuelva a escribir la misma cicatriz una y otra vez en nuestra vida.

Las heridas para que sanen hay que irlas cerrando poco a poco, no podemos cubrirlas ni ocultarlas, la mejor forma de sanar es al aire libre donde todos las vean y sepan que gracias a esas heridas somos mejores personas y no vamos a permitir que nada ni nadie las vuelva a abrir y mucho menos lastimarnos encima de las que ya tenemos, nuestras cicatrices son el orgullo de nuestra vida algunas más dolorosas que otras, algunas nos arrancan pedazos del corazón, pero son pedazos que entregamos con amor así no sea correspondido, lo importante es que debemos estar orgullosos de nuestras cicatrices y lucirlas como el mayor tesoro que la experiencia nos deja, no hay que temerles y mucho menos esconderlas porque son parte de nuestro camino y las enseñanzas que nos ha dejado el caminar por la vida.